Muchos estudiantes de la carrera de comunicación entran con la idea de ser famosos, ser la nueva cara de la televisora local o codearse con políticos, artistas, músicos y empresarios, quizá para conseguir “un hueso”.
Sin embargo el trabajo de un comunicólogo va más allá de eso; un amante de la comunicación puede dedicarse a la investigación, a emprender un negocio, la corrección de estilo, a la docencia y siempre está en busca de nuevas experiencias.
Gracias a estas actitudes la carrera de Ciencias de la Comunicación se ha mal interpretado durante algunos años e incluso se ha desprestigiado por dichas circunstancias, pero, ser un verdadero comunicólogo no es una tarea fácil.
A pesar de ello, los comunicólogos son pluri-funcionales y se apoyan de herramientas que los ayudan a diferenciarse de los comunicadores. Y no, no es obligación dedicarse a los medios de comunicación, son capaces de desempeñar tareas totalmente contrarias a lo que estudiaron que incluso buenos vendedores llegan a ser.
Dominar el lenguaje es indispensable en está carrera, así como tener excelente ortografía y transmitir mensajes en textos concisos y sin rodeos para atrapar la atención del espectador y mantenerlo en la lectura.
Conocer su contexto social e histórico es indispensable para informar a los que confían en su palabra, y debe dominar un tema, sino que su conocimiento va desde los deportes hasta economía y medicina.
Y no solo involucra el lenguaje sino también habilidades que vas perfeccionando con el tiempo; fotografía, edición, vídeo, audio, redes sociales y oratoria. No es una tarea fácil pero como dice el dicho, la practica hace al maestro y día a día los comunicólogos se arriesgan a participar en todas las ramas en las que puedan desarrollar sus habilidades.
En esté día queremos recordarle a todos los profesionales de la comunicación que no se encasillen en un concepto y comunica desde tu trinchera; ya sea desde un salón de clases, un discurso político, una agencia de marketing, una investigación o un despacho.